Venezuela, la gran nueva batalla

Nicolás Maduro, su batalla

Es claro que todo estaba planificado.
Derrotar a Nicolás Maduro en las urnas como primera opción y por poco lo logran gracias a una guerra psicológica tratando de ridiculizar su "condición de pueblo", amante de sus santos, cultos y un amor infinito a su recién fallecido líder, incluso, una campaña bien dirigida a tratar de separar los caminos del hoy Presidente de la Asamblea Nacional Diosado Cabello y el señalado por Chavez como su susesor. A sabiendas de que hay hombres que de tanto ego aplastan al amigo y el hermano atacaron, pero perdieron, estos hombres están construidos con otro temple, por eso nunca dejaron de ser de confianza del ex-presidente.


Inmediatamente el derrotado Enrique Capriles envia sus fanáticos a la guerra urbana que nunca se dio gracias a que las fuerzas chavistas aun poniendo algunos muertos no se dejaron provocar y llamaron siempre al orden y ante esta impotencia, se pone en marcha la tercera opción: implosionar el sistema mediante la guerra económica acompañada a un ataque mediático nacional e internacional que Venezuela ha contrarrestado pero que aun necesita ser globalizado.

Escaseces provocadas de todo tipo comenzaron casi inmediatamente luego de los resultados de las elecciones en una clara señal de que era un paso más en la batalla por sacar a los chavistas en el poder, desde el papel sanitario hasta todo lo demás, todo ha escaseado en Venezuela que curiosamente ha sabido mantener a su pueblo unido gracias a la conciencia ciudadana aupada y guiada por el fallecido presidente Hugo Rafael Chavez Frias.

Hoy Nicolás Maduro se alza con nuevos poderes que le ha concedido la Asamblea Nacional y esperan acabar con innumerables irregularidades cometidas por parte de los actores económicos, desde acaparamiento hasta cierres de cadenas y locales comerciales por "inventario", durando estos semanas y ya tiene la orden de cerrar definitivamente o vender.

Tarea dificil como toda cuando un pueblo quiere construir su futuro en este mundo mandado por una élite que ya no le es fácil invadir, pero que sigue y se reinventa en planes de provocar "primaveras" a todo aquel gobierno que no responda sus intereses.